¿Cuánto dinero me voy a gastar?

Cuánto dinero me voy a gastar

En términos generales, un viaje a Indonesia te puede salir tan caro o tan barato como tú quieras, ya que hay opciones de alojamiento y restaurantes para todos los bolsillos. Los vuelos son otro tema, pero siguiendo los consejos de los expertos también es posible ahorrar algo de dinero al hacer la reserva. A continuación, te explicamos nuestra experiencia sobre cuánto puede costarte un viaje de 18 días a Indonesia.

Día 3: primer día en Yogyakarta

Día 3: primer día en Yogyakarta

 Suena el despertador. Son las 2:30. Hemos dormido poco más de cuatro horas, pero estamos tan emocionados que nos da igual. ¡Nos vamos a Yogyakarta! Anoche nos lo dejamos todo preparado, así que en 20 minutos  estamos listos. El taxi nos recoge a las 3:00 y llegamos al aeropuerto unos 45 minutos más tarde. Pagamos 150.000 rupias (unos 10 euros) y entramos a la terminal de salidas. Nuestro vuelo sale a las 5:50 y aún no está abierto el mostrador.

Decidimos desayunar algo. Tras comernos dos napolitanas de chocolate en la única cafetería que hemos encontrado, volvemos al mostrador, que ya está abierto. Facturamos las mochilas (esta vez, con menos miedo que la anterior, ya que es un vuelo directo) y nos vamos a esperar delante de nuestra puerta de embarque.

Viajamos con Air Asia, una compañía de las, en teoría, más fiables del país (en otro post os contaremos nuestra odisea para decidir qué aerolíneas elegir). El vuelo es precioso y, aun habiendo dormido muy poco esta noche, somos incapaces de dormirnos. Está nublado y, durante la primera parte del viaje, por la ventanilla sólo vemos una capa de nubes por la que se asoman de vez en cuando las cumbres de los volcanes y montañas. Después, la nubosidad se despeja y empezamos a ver lo que hay debajo.

Día 2: descubriendo Yakarta

Día 2: descubriendo Yakarta

Amanece el día 13 de agosto en Yakarta. Es jueves. Nuestro despertador suena a las 7 de la mañana. Nada de jet-lag (¡yuhu!). Queremos aprovechar bien el día porque aquí se hace de noche alrededor de las 6 de la tarde, así que nos levantamos con energía, nos damos una ducha rápida y bajamos a desayunar. El bufet del hotel no está nada mal. Desayunamos arroz, revuelto, tostadas, zumo de naranja y pudin de arroz con leche de coco.
 
Antes de las 9 de la mañana estamos en la calle. Con la luz del día, la callejuela que ayer nos pareció tan terrorífica no tiene tan mala pinta. De hecho, para ser una calle tan estrecha, hay bastante ambiente. A medida que avanzamos, nos encontramos, a ambos lados, varias paraditas con comida y bebida. La mayoría incluso tienen mesas para los clientes, que disfrutan allí de su desayuno. Llegamos a la gran avenida, la misma que cruzamos anoche. Hay muchísimo tráfico, pero lo que más nos llama la atención es la cantidad de motos que hay. Nunca habíamos visto nada igual. 
 
Tras varios minutos buscando el momento, conseguimos cruzar la avenida y llegamos al parque donde está el Monumen Nasional (o Monas). Sin embargo, la verja que hay en este lado está cerrada y nos toca rodear el parque hasta encontrar una abierta. Tras unos quince minutos de caminata (el parque es muy grande), damos con una y entramos. Mientras avanzamos en dirección al monumento, nos encontramos con una especie de ceremonia religiosa. Hay un predicador y varias decenas de militares. Por lo demás, el parque está bastante tranquilo. 

Día 1: llegada a Yakarta

Día 1: llegada a Yakarta

En Singapur nos toca hacer una parada técnica. Nosotros creíamos que no tendríamos que bajar del avión, pero al aterrizar nos damos cuenta de que todo el mundo tiene intención de salir de la cabina. Además, nuestra compañera de asiento nos confirma que ella tampoco sigue en el mismo avión, que tiene que coger otro vuelo. Así que, bueno, bajamos del avión. Y también lo agradecemos.
 
Al llegar a la terminal donde tendremos que esperar casi una hora y media, tanto Vicent como yo estamos superexcitados. Todavía no hemos llegado a nuestro destino, pero Singapur ya nos parece lo suficientemente exótico (incluso el aeropuerto). Después de dar cuatro brincos de la emoción y de lavarnos los dientes, nuestra misión es conseguir la contraseña del wifi para poder comunicarnos con nuestras familias. Y lo hacemos. Una vez puestos al día con nuestras redes sociales, nos damos una vuelta. Fruto de la excitación, nos parece que todo el mundo es extremadamente amable, que el internet es extremadamente rápido y que los asientos en los que pasamos los últimos minutos antes de volver a embarcar son extremadamente cómodos. Nos encanta Singapur (¡Ja ja!).
 
Tocamos el fuselaje con cariño y volvemos a embarcar. Estamos en los mismos asientos. Nuestra compañera de viaje es ahora una mujer asiática que tiene a su marido y a su hijo en el asiento de atrás. Ahora tenemos un vuelo que, a decir verdad, no sabemos cuánto dura. Por no saber, no sabemos ni qué hora es allí, ni qué hora biológica es para nosotros, ni la diferencia horaria entre Singapur y Yakarta. Con tanta desinformación, decidimos que lo mejor es confiar en los pilotos, ponernos una película y disfrutar de nuestro último vuelo de hoy.

Día 0: de Barcelona a Singapur

Día 0: de Barcelona a Singapur

Tras varios meses de intensa preparación, por fin ha llegado el día: ¡nos vamos a Indonesia! Nuestro vuelo de Air France sale hoy (11 de agosto) a las 15:15 desde la terminal 1 del aeropuerto de Barcelona. Nos esperan casi 24 horas de viaje, pero estamos eufóricos... y también un poco asustados, para qué negarlo. Vicent, por miedo a que el avión se estrelle; yo, por si nos pierden las maletas o (peor) por si se cumple la pesadilla de cualquier madre y, en concreto, la mía: que te metan droga en la mochila y acabes pasando el resto de tu vida en una prisión asiática. Como somos unos novatos en esto de viajar tan lejos en plan mochilero, al final decidimos invertir catorce euros en envolver nuestras mochilas en un plástico para evitar un destino tan dramático. Después, tras realizar el check-in e insistir cansinamente para asegurarnos de que manden nuestras maletas directamente a Yakarta, nos despedimos de nuestra familia y pasamos a la zona de embarque.
 
Allí, las dos horas se nos pasan volando. Nos pasamos el rato repasando los últimos detalles del recorrido e imaginándonos cómo cambiará nuestra visión del mundo en las próximas semanas. También hay algo de nervios. Nuestro primer vuelo es el de Barcelona-París y, aunque allí tenemos dos horas para cambiar de avión, hemos leído en foros que el aeropuerto Charles de Gaulle no es precisamente el paraíso de los que hacen escala.
 
Unas cuatro horas más tarde, nos encontramos esperando en la terminal 2E del aeropuerto Charles de Gaulle, en el que no hemos tenido ningún problema (¡Ves como no te puedes fiar de todo lo que pone en Internet!). Nos queda más de una hora de espera y como estoy demasiado nerviosa para leer y no hay muchas tiendas, me dedico a pasar el rato observando al resto de pasajeros que van a viajar en el mismo avión que nosotros. Aquí, a diferencia de en Barcelona, ya se ve una gran mezcla de viajeros de diferentes orígenes. A un lado, tengo una familia francesa. Al otro, unos españoles. Justo enfrente, varias personas con rasgos asiáticos comienzan a hacer cola para el embarque.